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sábado, 30 de junio de 2012

Estrellas gemelas 55


Y tras mucho tiempo al fin terminé los exámenes y tengo tiempo para pararme a pensar la continuación y releerme la última parte para acordarme de lo que escribí y no poner incoherenciaas en la historia.
No me enrollo más y os dejo con el inicio del viaje de Aelithia y Astaria.

No les costó mucho tiempo salir del bosque a pesar de que seguía siendo de noche, Aelithia se conocía los caminos como la palma de su mano.

- ¿Ya estamos en el reino del agua? – Preguntó Astaria sorprendida. – Cuando huía de los mercenarios me pareció que el camino era más largo.

Aelithia sonrió.

- Eso es porque hay muchos caminos para ir de un lado al otro y nosotras hemos tomado el más corto. – Respondió. – Pero aún tenemos que andar un poco para llegar al camino que lleva a la ciudad.

Ataria asintió con la cabeza y continuó siguiendo a Aelithia mientras caminaban entre unos árboles cada vez más pequeños y separados.

No sólo el camino había sido más corto, si no que le había resultado más fácil, pensó Astaria. Ya no llevaba una falda larga que se enganchaba con las ramas ni iba descalza. Aelithia y Lie le habían prestado un vestido de tirantes con una falda que apenas pasaba de las rodillas y unos botines muy cómodos para caminar.

Unos minutos más tarde, las dos chicas llegaron al camino.

- Bien, ya falta menos. – Dijo Aelithia en cuanto comenzaron a andar por el camino.

Astaria recordaba haber dejado el camino no mucho después de salir de la ciudad. Pero no podía contar con que el lugar donde ella había dejado el camino y el punto en el que se encontraban en ese momento estuvieran cerca.

Suspiró. Ella nunca había sido muy atlética y la huída del día anterior había sido larga y dura. Estaba cansada y le dolían los músculos de las piernas.

- No te preocupes, Astaria. – Dijo Aelithia al ver que su compañera estaba cansada.

Sacó de la mochila una cantimplora con agua y se la ofreció.

Astaria bebió un par de tragos largos y le devolvió la cantimplora.

- Llegaremos al amanecer. – Añadió Aelithia observando cómo el horizonte se comenzaba a aclarar.

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