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lunes, 23 de septiembre de 2013

La doncella del mar 35

De nuevo no sé qué comentar... Os lo dejo a vosotros, espero que os guste cómo va la historia.

- ¿Señorita Leira?

Jonam llamó a la puerta de la chica pero ella no respondió.

- Leira, el señor sólo se preocupa por usted. – Le dijo a la chica a través de la puerta. –Sé que puede parecer demasiado sobreprotector, pero él sólo quiere que no te pase nada.

La chica abrió la puerta.

- Qué rápido que dejas ahora lo de “señorita”. – Le dijo al muchacho como si se tratara de una reprimenda.


- Si con ello es más fácil hablarte… - Respondió el chico encogiéndose de hombros. – Leira, entiende al señor, eres importante para él y no quiere perderte.

La chica suspiró y entró de nuevo a la habitación, sentándose en la cama y mirando al chico.

- Jonam, que se preocupe es normla, el mar no es seguro. – Miró por la ventana hacia las oscuras aguas. – Pero todos los que vivimos cerca del mar sabemos evitar la mayoría de los peligros…

El chico se sentó a su lado, escuchándola. Él entendía el punto de vista de ambos, padre e hija, y pensaba que si ambos intentaban comprender al otro sería más fácil que llegaran a un acuerdo.

-¿Por qué de todas las cosas que pueden pasar en el mar lo que más le preocupa a mi padre son las sirenas?

Jonam pensó un poco cómo responderle.

- Las sirenas no cuentan con muy buena fama y resulta más fácil echarle la culpa a unos seres como ellas que a una tormenta.

La chica lo pensó durante un rato.

- Te has olvidado de la otra opción. – Respondió mirándose las manos. -. La culpa es mía.

-Leira… - Jonam le pasó el brazo por los hombros, intentando consolarla. – la culpa no es tuya, fue un accidente.

Una lágrima se deslizó por la mejilla de Leira.
- No, la culpa fue mía, no le hice caso a mi madre y salí fuera durante la tormenta.

Había intentado no pensar en ello durante todos aquellos años. La culpa de que su madre cayera el mar era suya, ella había querido jugar al escondite, ella había sentido curiosidad por la sirena y había salido a mirar. Ella era la que había hecho que su madre cayera al mar.

- Leira, no es tu culpa. – La intentó tranquilizar el chico. – Una niña tan pequeña no podía saber que era peligroso salir.

Pasó un rato en el que lo único que se oían eran los sollozos de la chica.

- Jonam… - Susurró la chica tras calmarse un poco. - ¿Verdad que mamá sigue viva?

El chico no lo pensó.

- Por supuesto que está viva, Leira. Estoy seguro que volverá. – Rezó en silencio para que lo último fuera cierto.



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